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martes, 27 de septiembre de 2011

Benedicto XVI propone una profunda reforma en la Iglesia

Friburgo, Alemania, 26 de setiembre (OCLACC).-
Al concluir su visita a Alemania, el Papa dijo que la iglesia católica necesita una "fuerte renovación", que tiene que "despojarse" de su riqueza terrenal y de su poder político y abrirse a las preocupaciones del mundo y aseguró que las épocas de secularización han contribuido a su purificación y a su reforma interior.
En un fuerte y duro discurso pronunciado ante grupos de católicos alemanes con los que se reunió en Friburgo, el papa Ratzinger afirmó que desde hace decenios se asiste a un descenso de la práctica religiosa y se constata que una parte de los bautizados abandonan la Iglesia.
Ante esa situación, el Pontífice se preguntó si la Iglesia, "que somos todos los bautizados, no sólo la jerarquía, el papa y los obispos", debe cambiar y la respuesta que dio fue: "sí, es necesario un cambio".
La Iglesia debe decir adiós al poder, la riqueza y las estructuras burocráticas inútiles para vivir plenamente la fe y abrirse de verdad al mundo. Sólo cuando sea capaz de librarse de sus lazos materiales su acción misionera volverá a ser creíble.

 
El Pontífice lamentó que durante sus dos milenios de existencia la Iglesia se haya «acomodado» al mundo, dando importancia a las instituciones en lugar de abrirse a las preocupaciones de los hombres. Para cumplir la misión que Cristo le ha encomendado debe dejar de ser mundana. La historia le ha ayudado a volver a encontrar el rumbo a través de diversas olas de secularización, gracias a las cuales se consiguió la «reforma interior» de la Iglesia. Ya sea por medio de la expropiación de bienes eclesiásticos o de la cancelación de privilegios, estos procesos acabaron siendo positivos para el catolicismo. De ellos emerge una organización eclesial limpia, con más capacidad para cumplir con su misión evangelizadora.
La renovación que el Papa delineó en Friburgo no afecta sólo a la jerarquía. La Iglesia está formada por todos los bautizados. Todos los católicos están pues llamados a hacer suya la petición de profundo cambio que presentó Benedicto XVI. Para ilustrar sus palabras recordó a la beata Madre Teresa, a quien una vez le preguntaron que cuál era la primera cosa que cambiaría de la Iglesia. Su respuesta fue: «¡Usted y yo!».
La reforma que propone Benedicto XVI está fundamentada en la misión apostólica que Jesucristo encomendó a sus discípulos. «No se trata de encontrar una nueva técnica para un relanzamiento», advirtió. Consiste en renunciar a lo que «es sólo táctica» y buscar la «sinceridad plena», consiguiendo así la realización total de la fe sin «convenciones» ni «costumbres» que en realidad le son ajenas. Al abrirse al mundo y dejar lo mundano, la Iglesia testimonia «aquí y hoy» con palabras y obras el amor de Dios.

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